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Pero siempre hay más, por ese precio que termina en 99, ver un poco más y que la mentira del erotismo se convierta en el absurdo hiperrealismo de lo pornográfico, en una penetración anal que se repite ad nauseam, en una multiplicación de seres y combinaciones y en lo burdo, en un zoom in hasta que cada poro puede también penetrarse y el acto sexual (porque ya perdió el carácter lúdico del sexo y el íntimo del acto amoroso) poco a poco sólo es acto.
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